Había una vez... yo


A saber cuando fue que comenzó a gustarme; mucho menos en qué momento me convertí en una fujoshi, aunque aún puedo recordar cómo fue ese, mi primer encuentro –casual- con el yaoi.

No necesite más que una tarde de ocio, mi computadora y juntar dos inocentes palabras en la barra de búsqueda del impredecible navegador.


Así pues, mi primera lección como prospecto de fujoshi, fue el mundo del Fanfiction, más específicamente, el Fandom de Naruto. Curiosamente y pese a que la primera historia que tuve oportunidad de leer fue, precisamente un SasuNaru -y confieso, no son mi pareja favorita-, lo que en realidad llego a despertar mi curiosidad y –oh sí, habrá que aceptarlo- morbosidad, fue el poco sutil y mucho muy sensual KakaIru que presento la autora de la historia en cuestión.

Tendría que decir que luego de eso me obsesione un tanto con dicha pareja, y de pronto comencé mi colección de imágenes -yaoi, claro-, y antes de que me diera cuenta, me hice a la perniciosa tarea de buscar Fanfics de la pareja; una faena en principio nada fácil, pues dada mi posición como novata en éste mundillo, aquello se convirtió en algo así como buscar una aguja en un pajar. Bah, desde entonces que tuve oportunidad de darme cuenta de la abundancia de Fanfics SasuNaru, pero bueno, que ese no es el punto.

Decía pues que, básicamente, los Fanfition fueron mi introducción a este delicioso género.

¿Qué si no fue raro? Claro, admito que de pronto me resultaba algo contradictoria y molesta mi adquirida obsesión, sobre todo cuando comencé a mezclar a los personajes reales con mi perversa imaginación. Vamos, que de pronto sentía que todas esas historias salidas de las mentecillas de tantas chicas, homólogas a la mía, se presentaban como una revelación del carácter real de los personajes. Habría que ver, pero de nuevo, eso no viene al caso.

¿Qué porque me gusta el yaoi? Buena pregunta, y habría de contestar que, sencillamente, me resulta muy romántico, incluso más que el shojo. Definitivamente le da otro valor al concepto coloquial de amor.

¿Qué porque te escribo y hablo de esto? Sencillo; es mucho lo que me gustaría compartir y no hay nadie quien me quiera escuchar.

Y aunque quizá debería haberlo hecho antes, me presento.

Soy yo, una chica con una vida simple y bifurcada, aunque no por ello más interesante.

Mi vida universitaria es un caos, punto. Un tanto huraña y con el sueño frustrado de volverme hikikomori. En consecuencia, imaginaras que mi vida social no es muy activa, pero tampoco te hagas ideas raras.

Existe una yo creativa; una soñadora y despreocupada que vive en un mundo de espontaneidad sin prejuicios. Ya habrá tiempo para hablar de ello.

De eso y demás cosas que se conciben en la mente de una yaoista. Confieso que mi vida no es precisamente la más interesante del mundo, y nunca me ocurren cosas fascinantes; pero quizá de ahí va todo.

¿Mis intenciones? Crear, idear, escribir, divertirme. Contarte.


Quien mejor para eso, que yo misma.